José James

Texto: Manuel Recio
Fotografía:  Lechuck Studio

El cantante norteamericano José James, niño mimado del sello Blue Note, una de las voces más laureadas de la escena negra actual, puso broche final al 9º Ciclo de Jazz 1906, durante una doble sesión en el Café Berlín madrileño. Mac y mesa de mezclas aparte, estuvo tan solo acompañado del excelso batería Nate Smith. Entre loops, bases y coros pregrabados, así como sobreabundancia de sonidos electrónicos, ambos ofrecieron un peculiar show, donde la mayoría del repertorio fue para el nuevo disco (aún no publicado) «Love In a Time of Madness». Amor y locura podría ser la perfecta síntesis de su actuación en Madrid.

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Apareció José James vestido de negro refulgente y gafas de sol, incipientes rastas, mechón blanco central y con un aura a lo Stevie Wonder sobre las tablas del  Berlín. La escueta puesta en escena constaba de una batería, una mesa de mezclas, un estilizado Mac y una guitarra eléctrica díscola. Se intuía que iba a ser una noche diferente. El artista plástico Delio Sánchez, a un lado del escenario, preparaba sus manos para escupir trazos acrílicos al ritmo del flow y elaborar una suerte de suite pictórica a medio camino entre la improvisación del free jazz y el colorido del fauvismo.

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Entre la multitud joven y de eterna juventud (los 40 son los nuevos 30), un matrimonio de unos 60 años se aposentaba en la parte alta de la sala, dispuestos –esto es intuición del autor– a escuchar a ese chico de Minneapolis que venía de grabar un sublime disco homenaje a Billie Holiday, «Yesterday I Have the Blues». Pero Lady Day no apareció ni siquiera en espíritu; el blues tampoco. Lo bueno de la versatilidad es que nunca se pierde la capacidad para sorprender; lo malo es que no a todo el mundo le gusta que le sorprendan. Se confesaba nervioso. Venía de tocar en Zaragoza la noche anterior, donde una veintena de personas abandonaron la sala a los primeros instantes del concierto, al intuir que no iban a ver por lo que habían pagado. «Espero que por lo menos se fueran a hacer el amor», dijo un espiritual James quien también tuvo palabras de desaprobación para el recién electo presidente de su país. «No era muy fan de Hillary, pero no apoyo a Trump, ni como presidente, ni como ser humano».

José James

José James tiene varias facetas y en todas destaca -que un sello mítico como Blue Note Records te fiche no responde a algo fortuito-, desde devoto admirador del jazz clásico a elegante y majestuoso vocalista de soul y R&B hasta  vertiginoso recitador de líneas hip hop. En Madrid mostró una mezcla de las dos últimas. Presentó en primicia los nuevos temas de su próximo disco, todavía no publicado, de arrebatador título: «Love in a Time of Madness», en una línea más experimental que su disco homenaje a Billie Holiday.

La batería Nate Smith establecía el marco de referencia rítmico para una pléyade de sonidos pregrabados: bases retumbantes, teclados y sintetizadores envolventes y coros en ocasiones un tanto enlatados.  No fue su propuesta más orgánica, desde luego, pero a cambio James se movía como pez en el agua, con ademán de rapero, ofreció desde aproximaciones drum’n’bass, muy ambientales, hasta temas bailongos exquisitamente arreglados.

José James

Sin embargo el momento de la noche fue cuando pulsó la tecla de «stop» del Mac y se puso a improvisar líneas. Batería y voz en un diálogo vertiginoso, trepidante y original. ¿Acaso no es el hip hop la penúltima reinvención del jazz? En ese terreno es donde James demuestra que su portentosa voz da mucho más de sí que rememorar a clásicos del género. Ahí está uno de sus puntos fuertes.

Acabó su actuación, después de tanta experimentación y novedad, con un guiño a uno de los temas más conocidos de su discografía, «Come to My Door» del LP «No Beginning, No End» (su disco más acid jazz), un tierno medio tiempo para el que se calzó la guitarra eléctrica que estaba cogiendo polvo en el escenario y se puso el traje de baladista soul . Todo el Berlín coreó su pegadizo estribillo.  Oh, I just want you to know / It’s alright, it’s alright, it’s alright / Oh, you can come to my door / I don’t mind, I don’t mind. José James llamó a nuestra puerta, quizá una visita inesperada, pero estuvo bien, bien, bien. No nos importó.

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