Avishai Cohen en concierto

Fotografías: Jaime MasieuTexto: Luis Miguel Flores.

Avishai Cohen cierra gira en Madrid, en un Teatro Lara abarrotado. Salta al ruedo, recibe la ovación del respetable… y se la gana (y nos gana) con los dos primeros temas: breves, contundentes e intensos. Asoma el aroma andalusí en algo que no reconocemos. Desde el principio jugando al matiz. Y a la sorpresa…

Enseguida coge el micrófono para recordar «cuando estuve en el Café Central en 1993 con Mehldau y Rossy«. Ojito a ese trío. Y ojito a este, completado por Nitai Hershkovits al piano y Daniel Dor a la batería. Con ellos grabará, en un mes, las canciones (lujazo) que están presentando en este concierto. Y es que después de ese cruce con música de cámara de «Almah«, Avishai vuelve «a grabar en trío». Y añade, esto en perfecto castellano: «de puta madre».

Pues eso mismo. Más temazos nuevos. Recibidos con el mismo entusiasmo que los antiguos. Avishai ejecuta sus solos cargado de melodía o de ritmo. El israelí es lo contrario a un virtuoso, aunque lo sea. Es sabio: se agacha sobre su contrabajo, lo escucha, dialoga con él. Acaricia o percute, pero siempre con cariño. Hershkovits prefiere ponerse de puntillas, elevarse sobre el piano, levantar el culo del asiento para transmitirse a través de los dedos. Predominan los tiempos lentos o medios, pero el caso es que cuando se arrancan hay poca tregua: Dors no lo duda y cambia el arrastre de su escobilla por golpes secos. Certeros.

A mitad del concierto, el piano se arranca con un tumbao que nos levanta el alma (y hasta las palmas) para luego cambiar de camino. Cohen se une a la fiesta desde la melancolía, sacando el arco y guardándolo para hacer otro solo de maestro melódico, jugueteando con los agudos. Hacia el final del set, recupera «Seven Seas» y jalea a gritos a su batería. Dors -¡Prodigio!- se crece hasta el paroxismo. El trío intenta irse. Revolución.

Tienen que volver. Cohen agradece: «Es el final de una gira de 3 semanas. El último concierto suele ser el mejor. Y lo está siendo. Muchas gracias a toda esta increíble gente». Y se arranca a cantar en hebreo. Con el único acompañamiento del piano de Hershkovits. «Una canción antigua sobre alguien que sueña con Israel sin conocerlo: To the Bird. El Hatzipor«. De su «Aurora«. Emoción que crece con la dedicatoria: «se la quiero dedicar a Paco de Lucía. Era mi héroe, a la altura de Mozart. Tuve la suerte de conocerlo». Y para redondear la memoria, su contrabajo suena como una guitarra española en el siguiente tema. Escalofriante. Olé.

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