Texto y fotos: Javier Fraiz
Las letras, con esa atmósfera de bar de carretera, con esa sensación de calor y traqueteo confinada en 8 o 12 compases, atrapan desde hace décadas la intensidad de amores imposibles, derrotas y tristeza. El blues, el estilo troncal que transformó la música, unió este sábado en A Coruña a dos formaciones que imprimieron ritmo a base de clásicos y emociones. La banda liderada por el guitarrista Edu «Big Hands» & Whiskey Tren abrió con intensidad la noche en el Garufa Club. Los coruñeses The Big Lis Gumbo Band se rodearon de amigos y músicos locales en la puesta de largo, en casa, de su primer disco, «The Bait of Blues». Versiones de clásicos de Jimmy Reed, Little Richard, Jimmy Cox, Otis Rush o el añorado BB King (y su himno inmortal, The Thrill is Gone) enseñaron la medida de una cita doble incluida en el II Festival + Que Jazz.
Bird (Charlie Parker), Trane (John Coltrane), Hawk (Coleman Hawkins), Newk (Sonny Rollins)… y otras decenas sirven de ejemplo a la manera proverbial del jazz, y también del blues, de acompañar apodos a los nombres de pila. «Manazas», Edu Big Hands, se reconoce por ese apelativo. Y en su caso es un oxímoron. Mientras su izquierda pule todos los acordes imaginables rompiendo la velocidad natural del traste, su mano del tempo puede desatar una tormenta. Con un asombroso dominio del fingerpicking y de la percusion de las seis cuerdas, el madrileño pisó el acelerador a lomos de su eléctrica para llegar a terrenos rock en numerosos momentos. En línea de vanguardia, el líder exhibe una mueca que deja salir, desbravada, una potente voz, digna de la música negra. Encajaría en la banda sonora de Treme o True Blood.
El guitarrista se vio reforzado por el acompañamiento y contrapunto en segundo plano de Óskar González (casi siempre con los ojos cerrados, entreverado a la música por dentro), la intensidad en el bajo de Phineas Sánchez y el pulso de Quique Parra, quien se reveló como un músico mayúsculo en el tramo final, tras pasar más desapercibido. Muy empastado en todos los coros, el batería demostró el porqué de su dominio de sus cuerdas, cantando cautivadoramente cuando le llegó la hora. Arrolladora fue su versión de «I Cant Quit Your Baby», un estándar popularizado por Otis Rush que daría paso al éxtasis, para el cierre, con «Lucille» de Little Richard. De nuevo era la voz del percusionista. Además se elevó con un solo, a modo de puente, al más puro estilo de Art Blakey.
Igual que Julio Cortázar, adolescente, se peleaba en casa para escuchar las emisiones de jazz en la radio, y no tangos, el público se decantó por el blues en el Garufa Club frente a la opción musical mayoritaria en la ciudad coruñesa: Pablo Alborán delante de varios miles en el Coliseo. Se evidenciaron esa afición y cercanía durante todo el concierto de The Big Lis Gumbo Band. La formación coruñesa se lució ante su público, recibiendo la colaboración en algunos temas de compañeros de la escena, como el saxonofista Pablo Añón, la cantante Sabela King, o Luis Tinaquero con la guitarra resonadora. La vocalista Iria «Big Lis», el bajista Fernando Fraga, Sam Pérez a la batería, el armonicista Ramón Figui y el guitarrista Rubén Barros (timón del grupo) se exhibieron con clásicos de la historia del blues como «It hurts me too» (uno de los temas más versionados de siempre), «Nobody Knows You When You’re Down And Out» (popularizada por Bessie Smith), «Leland Mississippi Blues» (un homenaje a Johnny Winter) o «The Thrill is gone», un tratado del género en pocos minutos.
