II Jornadas de Guitarra Española

Texto: Eduardo Montesdeoca Rodríguez
Foto: Jaime Massieu Marcos

Con una previsión de lluvia a lo largo de todo el fin de semana amenazando las II Jornadas 1906 de Guitarra Española, los organizadores confiesan estar «rezando como los antiguos galos» para que el cielo no les cayese encima. Supersticiones y rezos aparte, el tiempo favoreció al final del Puente del Pilar, regalándonos dos fabulosos días cargados de Pequeños Grandes Momentos con la guitarra española como protagonista. 

Localizado a las afueras de Chinchón, el Molino del Manto es una finca regentada por Iñigo Osset Rambaud, un apasionado de la guitarra pionero en organizar estas jornadas. Carismático y más que buen anfitrión, Iñigo nos explica con dedicación la historia de sus tierras, en las que funde la cultura española de un molino de más de 300 años con la magia andalucí de la enorme jaima que sorprende a los invitados nada más llegar. Al más puro estilo bereber, el dueño del lugar cuenta en un tono cariñoso y cercano cómo se enamoró de la guitarra española gracias a su hija, a unas clases de guitarra y al profesor y director artístico del evento, Pablo San Nicasio. Una historia que comienza a escribirse con Pablo e Iñigo en dos puntos distintos de África, sigue en Madrid y que a cada año que pasa, se añade una nueva página.

Situación

Comienzan a llegar los primeros invitados al evento, degustando las distintas variantes de 1906 y cogiendo sitio para la conferencia de Mariano Conde “100 años de tradición guitarrera”. Junto a su hijo y a modo de clase universitaria, el artesano habla sobre la historia de su taller en la Calle Amnistía, con especial hincapié en la necesidad de luz natural para su trabajo. La filosofía de “Trabajar a gusto y con alegría” se ha transmitido a lo largo de tres generaciones de la familia Conde, cuyas manos han construido guitarras para Extremoduro, el inglés Ed Sheeran o para su amigo y maestro conocido por todos Paco de Lucía. Una conferencia con alto carácter poético que Mariano resumió con la frase “Una buena guitarra conlleva sacar el mensaje que ella requiere”, mientras pasa el testigo a su hijo exclamando “Aquí hay madera”.

Tras una breve parada para degustar varios tipos de arroz, la jaima acoge el concierto de Juan Habichuela Nieto, el joven heredero de la saga y virtuoso de la guitarra, que cierra el primer día de las jornadas. Haciendo gala de un poderoso talento digno de los más grandes maestros, el granadino rezuma flamenco por los poros de su cuerpo, mostrando un repertorio donde pasión y arte se funden bajo la coreografía de unas manos hechas para el flamenco. Concierto instrumental de un calibre extraordinario que junto a los adornos de la caja, más de uno tuvo que agarrarse a la silla para no arrancarse a bailar sobre el suelo de la jaima.

Jose María y Jorge

El mismo sol que bañó el primer día la finca del Molino del Manto vuelve a alegrar las II Jornadas 1906 de Guitarra Española, iluminando el excepcional cartel que acompaña al lunes. Los primeros en aparecer en escena son Jose María Bandera y Jorge Pardo, dos genios musicales que nos deleitan en directo con la fusión de jazz-flamenco más fiel que pueda haber. Abre el concierto la flauta de Jorge Pardo que, junto a la percusión de Quique, llena de fuego y pasión el escenario. Con la aparición de Jose María Bandera con un nuevo modelo de guitarra de Mariano Conde en sus manos, comienza una conversación instrumental a tres bandas en una silenciosa jaima envuelta bajo una atmósfera de admiración y respeto. Con una efusividad palpable, ambos músicos se despiden por bulerías, siguiendo la herencia del “pegamento” que los unió años atrás, el gran Paco de Lucía.

Aprovechando el descanso, los presentes cargan sus energías para el plato fuerte, refrescando sus cuerpos con 1906 antes del espectáculo  que todos estaban esperando. Bajo la impaciente mirada de los asistentes, el guitarrista Fernando Egozcue y el violinista Ara Malikian entran en escena cerrando las jornadas.

Ara y Fernando

El enérgico arranque con el que empiezan su repertorio provoca un silencio pasmoso en un tema donde los expresivos gestos de Ara Malikian se compenetran a la perfección con la serenidad de Fernando Egozcue, demostrando la absoluta afinidad que tienen ambos tras 20 años juntos. En tono cercano y divertido bromean sobre su vida, intercalando música y humor en una velada irrepetible. Interpretando temas propios como “Saudade”, “Cupa” o “Lejos”, se aprecia un directo espeluznante, calificable de auténtica obra de coleccionista para los amantes de la buena música. Inmerso en sus notas y con la pasión que le caracteriza, Ara cierra los ojos canción tras canción, dejándose llevar por la guitarra de Fernando como guía de un tango perfectamente coregrafiado. Histeria, deseo y melancolía, son sólo algunas de las emociones que transmiten bajo la jaima, terminando tras dos bises con una balada suave y sincera, en forma de despedida.

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