Texto y selección: Manuel Recio

Los primeros años de Ella Fitzgerald se corresponden con los discos que grabó para Decca. Una voz joven, pero ya con entidad. Excelsa en las baladas, imperiosa en los swing. La joven Ella Fitzgeral nos demuestra que ya desde muy pronto estaba llamada a convertirse en la gran diva del jazz que luego fue. Aquí sus credenciales.

Ella Fitzgerald pasó de cantar en las calles de Harlem a la sala grande del Teatro Apolo en apenas unos años.

Desde 1935 hasta 1955 Ella Fitzgerald grabó para Decca una serie de singles y discos donde predominan los standards y el cancionero popular del jazz, pero se aprecia ya características de su estilo vocal que la haría única. Un vibrato de ensueño, un dominio del timbre y de las escalas espectacular y una calidez natural en su tono de voz que la consagraría como una de las mejores vocalistas de todos los tiempos.

Aunque en muchas ocasiones, desde la crítica más exigente, se ha criticado esta etapa por la mediocridad de cierto repertorio, sobre todo en comparación con los gloriosos años de Verve. Pero en realidad, reflejan la evolución de una cantante singular que poco a poco va ganando seguridad y aplomo.

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