Texto y selección: Manuel Recio

Sin lugar a dudas fue una de las grandes estrellas del jazz clásico. Benny Goodman llevó el jazz a cotas de popularidad y éxito impensables hasta entonces. Al frente de su Big Band, en formato trío, sexteto o acompañado de cantantes, su música es el reflejo de una época en la que el jazz llenaba salones de baile y teatros a ritmo de swing.

Benny Goodman nació en Chicago en 1909 en una familia de descendientes polacos. Comenzó tocando el clarinete en sinagogas. En ese Chicago bullicioso que recibía oleadas de músicos de Nueva Orleans, el jazz era la banda sonora.  Cientos de locales, teatros y cabarets propiciaron el surgimiento de orquestas. Goodman fundó la suya en 1934. Pronto llegaron las grabaciones: Columbia, RCA… El talento de Goodman le generó muchas «novias».

La Era del Swing reinaba en el mundo del jazz y los sonidos trepidantes y vigorosos de las agrupaciones de Goodman pusieron su banda sonora. Y llegó la cima: el 16 de enero de 1938 en el Carnegie Hall de Nueva York se produjo uno de los conciertos más emblemáticos de la historia del jazz.

Goodman no se quedó ahí, grabó con multitud de músicos, se aproximó a la música clásica y a las bandas sonoras y siguió predicando el swing. Pero los tiempos cambiaron, llegó el bebop, las vanguardias, el cool… y la música de Goodman se vio como anticuada. Su influencia ha sido vital para el mundo del jazz. Su música nos recuerda que hubo una época en el que el jazz se podía bailar.